El cerdo se volvió loco durante unos segundos. Luego se sentó simplemente con pinta de tonto, así que cogí un puñado de sal y se lo restregué en la nariz. Entonces sí que flipaba el cerdo y metía la nariz por todas partes. Como me quedaba un poco de sal en la mano se la metí por el culo. El pobre cerdo ya no sabía si cagarse o volverse ciego.’ ‘Llega un momento en que te haces insensible. (...) Si tienes un cerdo vivo no lo matas simplemente..., quieres que tenga dolores. Te echas encima con dureza, le destrozas la faringe, haces que se ahogue en su propia sangre. (...) Un cerdo vivo me miró y yo cogí un cuchillo y (...) le saqué el ojo mientras que él simplemente estaba allí sentado. Y el cerdo no hizo otra cosa que chillar.’ “ (Fin de la cita del Dr. Kaplan.
El texto completo y referencia bibliográfica puedes encontrarlo en internet (en alemán): www.ProVegan.info/aufsatz-verrat, fuente:
www.tierrechte-kaplan.org/kompendium/a214.htm)
A pesar de la vasta documentación en películas de esta tortura a los animales, los que la cometen y sus ayudantes políticos le restan importancia, a no ser que se trate de excepciones y la ley de protección animal los proteja. Pero sucede justo lo contrario. En realidad las leyes mundiales de “protección animal” no son más que leyes de “utilización animal”, bajo las cuales los animales sufren extremadamente y sólo sirven para legalizar la brutal explotación de los animales. Debido a la continua producción de leche, las “vacas lecheras” se agotan en poco tiempo, una fracción de su esperanza normal de vida. Cuando ya no se puede obtener suficiente leche de los agotados animales, se les mata.
En vez de un margen normal de vida de 25 a 30 años, las “vacas lecheras” son “desechadas” después de 4 – 5 años. Cada año se embaraza, o mejor dicho, se viola a las vacas para que el flujo de leche no disminuya, ya que la vaca sólo da leche tras el nacimiento de un ternero. Después del parto se separa a la madre del hijo, lo que supone un dolor traumático para ambos. Este dolor traumático, debido a instintos naturales, provoca que tanto la madre como el niño sollocen o griten durante días. Pero tampoco para el ternero se acaba aquí el sufrimiento. Las hembras se destinan a la producción de leche, donde serán desgastadas y agotadas durante su corta vida, al igual que sus madres.
También estas terneras pasan por el mismo círculo diabólico que comprende maternidad obligada, desgaste corporal por la intensa extracción de leche y el hecho de dar a luz continuamente, y los traumáticos dolores provocados por la separación de sus hijos durante su corta vida. Los machos son destinados a la producción de carne, pero como a nivel mundial se producen demasiados terneros, son simplemente destruidos en los llamados “mataderos de Herodes”. Estas crueldades suceden solamente porque los consumidores quieren beber leche. Una leche cuyas desastrosas consecuencias para la salud humana han podido ser demostradas entretanto por estudios científicos.
Se puede ver un resumen sobre la leche y las vacas en el vídeo en inglés:
www.ProVegan.info/video-milchkuehe.
La tortura animal para la producción de huevos en las baterías de gallinas ponedoras es conocida e incluso declarada como tortura animal por la Constitución alemana (el llamado “juicio de las gallinas ponedoras”). A pesar de todo, la tortura continúa. Pero tampoco la crianza en masa de gallinas con puesta en el suelo de la ganadería biológica es adecuada a la especie y constituye claramente una tortura.
Vídeo sobre los huevos en alemán:
www.ProVegan.info/video-eier.